En identidad no solo aprendemos de nuestras tradiciones, costumbres, de nuestro Perú profundo (selva, costa, sierra) sino que también contemplamos la belleza que nos rodea día a día en nuestro caminar constante y, esta vez la belleza se hizo piedra por las manos de un chalaco que tiene pasión por el arte, que es la simpleza de la vida. Su nombre es Godofredo Carrillo, ha sido pescador, mecánico, árbitro de fútbol y, ahora plasma su literatura en una reciente publicación “Mis treinta y cuatro negros recuerdos, serial contada a relumbrones y apagones”, sin duda Godofredo es un hombre que le pone extras a su vida y de ellas nos muestra que mediante el arte pequeño se pueden levantar nuevas culturas, Carrillo, un patrimonio del Perú.
Pulga - ¡dame un plus!
Godofredo Carrillo cuenta a sus setenta y cinco años de edad con un Volkswagen Karmann Ghia de 1958 ordinariamente EXTRA - ordinario, que cerca de un año le tomó por forjar dicha obra de arte, un carro que refleja la cultura peruana, exhibiendo la figura Nasca, un tumi de de los chimúes, una vasija mochica, otra de sipán, una representación de Coricancha, una inscripción que dice Callao, y lo mágico la guarda el interior del carro, todo forrado de piedra y arena que Godofredo trajo del mar.
“Locuras que le dan a uno, pues, hace como doce años decidí decorarlo con piedras, acá hay arena y una resina secreta que mezcla muchos elementos y, la pintura ha sido con pincel, acá no ha entrado soplete”
Rasca pulga – Algo que inquieta
La paciencia que tuvieron las manos que construyeron un símbolo de identidad chalaca, quedará en toda las calles que en huellas gravaron el paso de la cultura con ruedas, el pincel que se dibujó de rosa (corazón que late por el Boys) quedará en acuarelas por las avenidas que contemplaron su belleza, Godofredo transcenderá en los tiempos de distintas generaciones por haber hecho algo tan sencillo que nos cuesta creer, amar el arte. “Pero lo hice yo solo, los muchachos no tienen paciencia.”
Pulga - ¡Corre la voz!
Godofredo Carrillo, el chalaco, cuenta en calidad de un sueño que pronto convertirá su taller de mecánica en un museo de retahíla de esculturas de piedras como: los platillos voladores, el lanzacohetes, un minero negro de Marcona, el serrano de Huancavelica, seres extraños (extraterrestres cabezones) la bruja, las Torres Gemelas con sus muertitos debajo. El chalaco aclara: “Creo que ya tengo bastante material para mi museo de chatarra”; y se menciona que las piezas son hechas a base de piedra y no se suelen repetir.
El museo estará ubicado en la primera cuadra de Buenos Aires – Callao (Lima)
Godofredo Carrillo está vivo hoy en día y siempre lo estará en el puerto del Callao, es peruano y chalaco de sentimiento, si algo aprendí de este gran humano es la sonrisa que lleva gravada en una piedra puesta en su corazón, que anda en marcha, en un auto donde la cultura tiene un espacio para todos.
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