domingo, 22 de mayo de 2011

Armonía

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“ Armonía ”

Desde pasados muy lejanos; la tierra nos brinda sus frutos, hermosos destellos de colores y formas que conviven con los seres humanos, embellecen su alrededor y los alimentan, tanto de cuerpo como de espíritu. Es hora que veamos más allá, y sepamos que todos podemos construir equilibrio, ya que juntos somos una armonía en esta hermosa Pachamama.

Descripción: Flor que nace de la planta de tuna y se convertirá luego en su fruto. Foto tomada en el Complejo Arqueológico Wari en Ayacucho

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domingo, 8 de mayo de 2011

La Madre de Gorki


Extracto de la obra: La Madre, de la fina pluma rusa, llamado Alexei Maximovich Pyeshkov (Máximo Gorki)


(...)El espía hablaba con un guardia y le decía algo por lo bajo, señalándola con la vista. El guardia examinó a la madre y retrocedió. Se acercó otro guardia, prestando oído. Era viejo robusto, pelo gris y barba crecida. Hizo seña al espía con la cabeza y se acercó al banco. Avanza sin apresurarse, escrutando atentamente con ojos irritados el rostro de Pelagia. Ella se corrió al extremo del banco.
“¡Con tal que no me pegue!...!con tal que no me pegue!...”
Se detuvo frente a ella y, después de un silencio, preguntó con voz severa el oficial.
- ¿Qué miras?
-Nada…
-Bueno está… ¡ladrona! ¡Eres vieja y te dedicas a ese oficio!...
A la madre le pareció grave ofensa.
-¿Yo? ¿Ladrona yo? ¡Mientes! – gritó.
Todo le daba vueltas. Tomó la maleta y se abrió.
-¡Mira! ¡Miren todos! – exclamó, agitando un paquete de proclamas. Oía exclamaciones de gente que acudía a ella.
- Dicen que he robado…
-¡Ay ay! ¡Tiene aspecto muy respetable! – decía la gente.
- ¡Yo no soy ladrona! – repitió la madre a toda voz. Ayer condenaron a unos presos políticos…mi hijo entre ellos…Pavel Vlasóf. Pronunció un discurso, ¡es este! Yo iba a llevarlo para que lo lean y reflexionen acerca de la verdad.
Pelagia veía que se apoderaban de los papeles, que los escondían en los bolsillos, y en el pecho.
- ¿Sabéis por qué han condenado a mi hijo y a todos los que estaban con él? ¡Voy a decíroslo! ¡Creed a mi corazón de madre! Ayer condenaron a unas personas porque os traían a todos la verdad santa…Ayer supe que esta verdad ha triunfado…Nadie puede luchar contra ella… ¡nadie!
La muchedumbre, que guardaba silencio asombrado, se hacía cada vez más densa, rodeando a la madre con un anillo de cuerpos vivientes.
-La pobreza, el hambre y la enfermedad, ¡ése es el trabajo que quieren darnos! Todo está en contra nuestra. Día tras día nos reventamos a trabajar, sufrimos hambre y frío siempre en el lodo y el engaño; ¡y otros atracan y divierten al precio de nuestra labor!...Como perro a su cadena, estamos atados a la ignorancia; no sabemos nada, y en nuestra pereza lo tenemos todo. ¡Nuestra vida es una noche, una noche oscura! Una espantosa pesadilla. ¿No es verdad?
-Sí - respondieron sordamente algunas voces.
- ¡Cierra la boca!
Vio la madre detrás del gentío al espía, acompañado de dos guardias, y se dio prisa en distribuir los últimos paquetes; pero, cuando su mano llegó a la maleta, sintió el contacto de otra mano.
-¡Tomadlo todo, tomadlo todo! – dijo inclinándose-. Para transformar esta vida, para libertar a todos los hombres, para resucitarlos de entre los muertos, como yo resucité, han llegado gentes, hijos de Dios, que van sembrando por la vida la santa verdad. Trabajan en secreto porque ya sabéis que nadie puede decir la verdad sin verse perseguido, estrangulado, metido en la cárcel, mutilado. La verdad de la vida y la libertad son enemigos irreconciliables y eternos de los que nos gobiernan, de los que nos oprimen. Son niños, seres puros y luminosos los que os traen la verdad. Gracias a ellos, llegará a nuestra penosa existencia la verdad, nos calentará y nos animará, librándonos de la opresión, de las autoridades y de todos los que vendieron su alma. ¡Creedlo!
-¡Bravo por la vieja! – gritaron.
-Dispénsense – aullaron los guardias, separando brutalmente a la multitud. Los grupos retrocedían refunfuñando, aprisionando en su masa a los guardias y entorpeciéndoles el paso, quizá sin querer. La mujer de cabellos grises, ojos francos y aspecto de bondad, les atraía; desprendidos unos de otros, aislados en la vida, confundíanse ya en todo, caldeados por el ardor de aquellas palabras que muchos estaban esperando, sin duda, desde tiempo atrás. Los más próximos a la madre permanecían callados. Pelagia veía clavadas en ella sus miradas atentas y sentía en la cara su aliento tibio.
- ¡Pueblo, recoge tus fuerzas en una fuerza única!
- ¡Cállate, digo! – gritó un guardia, cogiéndola por un brazo y tirando de ella.
- No hay sufrimiento más amargo que el que, día tras día, devora el corazón y seca el pecho.
El espía se precipitó a su encuentro y, levantando el puño ante la cara de la madre, gritó con una voz aguda:
- ¡A callar, canalla!
- ¡No se puede matar a un alma resucitada! – gritó  Pelagia.
Tomando impulso el espía, de cerca, le dio una bofetada. Algo negro y rojo cegó un momento a la madre; el sabor salado de la sangre le llenó la boca. Una explosión de exclamaciones la reanimó:
-¡No hay derecho de pegarle!
-¡CAMARADAS!...A la razón no se le ahoga con sangre…
Un sollozo prolongado la contestó, entre el gentío (...)



Máximo Gorki, uno de los grandes representantes del realismo socialista, proclama el despertar de un humanismo diferente, el del proletariado revolucionario, la fuerza llamada a liberar a aquellos trabajadores que van sin esperanza por el mundo, llevando una vida impar llena de envidia, explotación, consumismo y desigualdad que deforma a los hombres del trabajo. La obra del escritor ruso, se inspira en la vida de Ana Kirilovna Zalómova, (Pelagia), quien sufrió y luchó junto a su hijo Piort Zalómov (Pavel Vlásof) por una sociedad más justa y diferente. La madre, se convierte así, en una literatura progresista que enaltece la cultura de la humanidad, teniendo como herramienta de protesta el amor incondicional de unas manos dispuestas a transformar lo cotidiano en algo mágico, partiendo de una realidad cegada y herida de hambre, que va descubriendo a través de la palabra, un pan de esperanza, que se construye con  lágrimas y sueños por una noble alma que ha  resucitado. La madre de Gorki, hace frente a la adversidad, los golpes, el dolor y al propio Zar,  para poder  liberar a  sus hijos, a su patria con un amor infinito, enseñando la verdad al  pueblo ruso, abrigándolos en su regazo, hasta que sus ojos se apaguen, durmiendo como una luna...a medianoche.