Hablar de Watchmen es hablar de cómic, de lo mejor de los cómics, y de Alan Moore, su creador. Si los héroes hubiesen existido en una época de postguerra y hubiesen estado de lado del siempre poderoso Estados Unidos, estos serían sus héroes.
Watchmen no sólo retrata un mundo lleno de odio que está a punto de estallar en una guerra nuclear, no sólo ubica a Nixon como el eje simbólico del poder, no sólo barre con el capitalismo y el comunismo, sino que se adentra en el ser humano hasta escudriñar su esencia más oculta; y es ahí donde se queda: en la hipótesis de qué somos y qué necesitamos para salvarnos.
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