sábado, 6 de marzo de 2010

La venganza contra el sexo y la obsesión



Texto sacado de Luca Caliente

Ramiro la tomó de las muñecas y la apartó. La em¬pujó con toda su fuerza hacia el otro asiento y la estrelló contra la puerta. Pero ella se agarró del respaldo con una mano, y con la otra del espejo retrovisor, y volvió a erguirse.

Él apenas la vio, por un segundo, con los ojos de¬sorbitados, y le pareció ver un hilillo de sangre que le caía de la boca.

En silencio, pero jadeantes, forcejearon hasta que ella, que tenía más fuerza que la que él había calcula-do, se le tiró encima, le arrancó la camisa y se prendió de una tetilla, que mordió con fuerza. Él sintió una aguda punzada y se encolerizó. Brutalmente, le encajó un puñe¬tazo en la nuca, que hizo que ella se soltara.

Y entonces fue que la agarró del cuello y empezó a apretar.

Y apretó con toda su alma, mientras se decía que otra vez estaba loco, loco porque estaba atrapado, porque se había arruinado la vida, porque de todos modos era un asesino.

Y apretó más porque la odiaba, porque no podía dejar de poseerla cada vez que ella quería, y así, lo sabía, sería toda la vida, y porque tenía miedo, pánico, y ya nada le importaba en ese momento. Y mientras pensaba y apretaba se largó a llorar.

Ramiro ya no quiere más sexo, está cansado. Sabe que su cuerpo ha sido absorbido por toda la libido de Aracely y ya no quiere más. Sin embargo, ahí está. Copulando con ella. Pero ya no quiere más.

Ahora solo es mejor vengarse, vengarse de ella y de todo en lo que se ha convertido, porque esa es la única forma de salirse de ella, del sexo y de su obsesión. Aprieta fuerte Ramiro, no queremos que vuelva. ¿verdad?

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