Una forma de vencerla.
Un gemido profundo
Me lleva a lo hondo del
Inexplorable cuerpo de esta
Amante que nunca se deja amar.
Está en mis sábanas
En las tuyas
En las suyas
En las del mundo
En la cama del tiempo.
Dueña de los mejores labios
Dueña de una piel durazno
Dueña de un regazo perfecto
Dueña de la perfecta caricia.
Te mira con pena
Y su mirada delimita tu vida,
Te habla y tu voz se calla,
Coge tus brazos y
Ellos ya no pueden levantarse
Coge tus piernas y
Ellas ya no pueden levantarse.
Es inevitable caer rendido a sus pies
Es imposible no querer ir a su lado
Es inevitable su visita
Es imposible esconder las llaves.
Tantos miles de hombres,
Tantos tan elegantes,
Tantos tan ridículos,
Tantos tan jóvenes,
Tantos tan viejos,
Tantos tan idiotas,
Tantos tan genios,
Ya han pasado por su alcoba.
Te engaña, y piensas que
Se dejará besar, abrazar
Acariciar. Pasear con ella
Bajo los árboles de rosas hojas.
Pero ella sólo espera ejecutar
Un plan no planeado por ella.
Pobrecilla ella, tiene tanto poder
Y a la vez ninguno,
La odian tanto y sólo cumple su trabajo.
Pobre poeta que quiere amar
A alguien que jamás se dejó amar.
El poeta quiere derrumbar ese imposible,
Y ya sabe él la fórmula,
Bien que sabe,
La única forma,
No hay otra manera de vencerla,
Es enamorarla y amarla,
Y dejará de ser así, una amante despechada
Y desdichada
Que ha desdichado al mundo
De inicio a fin y de fin a inicio.
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