El siglo XVIII fue el telón de la inspiración de muchos individuos, y no era menos, el efecto que acarreó la Revolución Francesa, con el ejemplo de Rosbespierre al mando y con el sacrificio, con seguridad, de muchos inocentes logró una nueva época. Los ideales por los que se lucharon la revolución libertad, la igualdad y fraternidad tuvieron una consecuencia clara hasta nuestros días.
Toda esta antesala en la historia era necesaria para entender en que circunstancia se encuentra una de las mujeres más famosas del siglo XIX, la cuál una desdichada vida la acompañó por mucha parte de su vida y la reflexión profunda de los problemas sociales la hizo consolidar una personalidad rebelde como pocas, siendo parte de una de las luchas más importantes por los derechos básicos de salud, trabajo, educación de los obreros y de las mujeres, maltratadas en su mayoría por un machismo a todo nivel.
En esta entrada, fijaré los ojos en lo que fue luchar por los derechos de la mujer. Era el siglo XIX, a pesar de que Francia, natal patria de Flora Tristan, atravesaba por un desarrollo importante a nivel de estado y gobierno seguían como en toda sociedad la discriminación y maltrato físico y psicológico a la mujer, es este el detalle más importante de la lucha de Flora Tristan.
Flora Celestina Teresa Enriqueta Tristan Moscos (1803 – 1844), de padre peruano y de una familia muy prospera y rica y de madre francesa que había escapado de la gran revolución, refugiada en Bilbao. La suerte de la pareja peruanofrancesa al casarce no fue buena, con la bendición de un sacerdote francés también refugiado en España y no reconocido legalmente como tal por la iglesia, es por eso, que el matrimonio fue tomado al igual que el reconocimiento del sacerdote como no legal. Es decir, su hija, Flora Tristan, fue bastarda, denominada paria (persona infima, peor que un esclavo), a pesar de que ello sea una condición infame ella tomaría esta denominación con orgullo y lo mostraría en el título de uno de sus más famosos libros: Peregrinaciones de una paria (1837).
La niña Tristan, perdería a su padre antes de cumplir los cincos años, dejandola a ella y a su madre en la más profunda pobreza, al carecer de títulos de los bienes, todos ellos quedaron en propiedad de la familia de su padre. Ya en Francia, en un barrio pobre, la adolescente Tristan trabaja en un taller de grabado del pintor y litógrafo André Chazal, con el cual se casaría el 3 de febrero de 1821. Este matrimonio marcaría dramaticamente el resto de su vida más que la condición de ser hija ilegítima, este hecho no sólo haría que ella aborrezca el sexo entendiendo al matrimonio como un trato comercial en el que se vendía a la mujer al hombre, y ésta se convertía en una máquina reproductora de hijos y perdía libertad, casi o peor que una misma esclava.
Toda esta antesala en la historia era necesaria para entender en que circunstancia se encuentra una de las mujeres más famosas del siglo XIX, la cuál una desdichada vida la acompañó por mucha parte de su vida y la reflexión profunda de los problemas sociales la hizo consolidar una personalidad rebelde como pocas, siendo parte de una de las luchas más importantes por los derechos básicos de salud, trabajo, educación de los obreros y de las mujeres, maltratadas en su mayoría por un machismo a todo nivel.
En esta entrada, fijaré los ojos en lo que fue luchar por los derechos de la mujer. Era el siglo XIX, a pesar de que Francia, natal patria de Flora Tristan, atravesaba por un desarrollo importante a nivel de estado y gobierno seguían como en toda sociedad la discriminación y maltrato físico y psicológico a la mujer, es este el detalle más importante de la lucha de Flora Tristan.
Flora Celestina Teresa Enriqueta Tristan Moscos (1803 – 1844), de padre peruano y de una familia muy prospera y rica y de madre francesa que había escapado de la gran revolución, refugiada en Bilbao. La suerte de la pareja peruanofrancesa al casarce no fue buena, con la bendición de un sacerdote francés también refugiado en España y no reconocido legalmente como tal por la iglesia, es por eso, que el matrimonio fue tomado al igual que el reconocimiento del sacerdote como no legal. Es decir, su hija, Flora Tristan, fue bastarda, denominada paria (persona infima, peor que un esclavo), a pesar de que ello sea una condición infame ella tomaría esta denominación con orgullo y lo mostraría en el título de uno de sus más famosos libros: Peregrinaciones de una paria (1837).
La niña Tristan, perdería a su padre antes de cumplir los cincos años, dejandola a ella y a su madre en la más profunda pobreza, al carecer de títulos de los bienes, todos ellos quedaron en propiedad de la familia de su padre. Ya en Francia, en un barrio pobre, la adolescente Tristan trabaja en un taller de grabado del pintor y litógrafo André Chazal, con el cual se casaría el 3 de febrero de 1821. Este matrimonio marcaría dramaticamente el resto de su vida más que la condición de ser hija ilegítima, este hecho no sólo haría que ella aborrezca el sexo entendiendo al matrimonio como un trato comercial en el que se vendía a la mujer al hombre, y ésta se convertía en una máquina reproductora de hijos y perdía libertad, casi o peor que una misma esclava.
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Esta vida está llena de audacia, aventuras y enseñanzas de alquien que logró combatir contra todo su tiempo y contra todos los tabues existentes en esta época que seguiré relatando la 2 parte de la vida de esta gran MUJER, Flora Tristan….
El sábado 30 de enero, la 2da parte de esta historia
Esta vida está llena de audacia, aventuras y enseñanzas de alquien que logró combatir contra todo su tiempo y contra todos los tabues existentes en esta época que seguiré relatando la 2 parte de la vida de esta gran MUJER, Flora Tristan….
El sábado 30 de enero, la 2da parte de esta historia
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