domingo, 24 de octubre de 2010

La Dama Misteriosa

Al principio ella fue una serena conflagración, un rostro que no fingía ni siquiera su belleza, unas manos que de apoco inventaron un lenguaje, una piel memorable y convicta, una mirada limpia, sin traiciones; una voz que caldeaba la risa, unos labios nupciales, un brindis.

Es increíble, pero a pesar de todo, tuve tiempo para decirme: ¡qué sencillo! y también no importa que el futuro sea una oscura maleza; la manera tan poco suntuaria que escogimos nuestras mutuas tentaciones fue un estupor alegre sin culpa ni disculpa, me sentí optimista, nutrido, renovado, tan lejos del sollozo y la nostalgia, tan cómodo en mi sangre y en la de ella, tan vivo sobre el vértice de musgo, tan hallado a la espera que, después del amor, salió a la noche sin luna y no importaba, salió a desmontar la anécdota, a componer la euforia, a recoger su parte del botín; más su mitad de amor se negó a ser su otra mitad y de pronto sentí que sin ella mis brazos estaban vacíos, que sin ella mis ojos no tenían qué mirar, que sin ella mi cuerpo de ningún modo era la otra copa de brindis y de nuevo repliqué :¡qué sencillo!. Pero ahora lamenté que el futuro fuera oscura maleza.

Sólo entonces pensé en ella eligiéndola y, sin dolor, sin desesperaciones, sin angustia y sin miedo, lentamente empecé como otras noches a necesitarla.

Aquel día llegué tarde; pues me quedé cenando en el Gótico, era lo que quería hacer, era muy mala la idea pero lo tenía planeado hace mucho. Cuando entré al teatro, sólo, vi un cartel que estaba repetido en cuatro paredes y era el mismo; ahí se mezclaba el trabajo de cinco fotógrafos, pero nada más, no era una propuesta, era una mezquindad comprimida y me quedé con ganas de ver a Juanjo, el director del teatro, es un buen tipo. El cuerpo se invade de soledad y da esa sensación de estar con alguna fémina, Barcelona está lluviosa y todo puerto lluvioso ahonda la tristeza.

En Mahikari hay alguno que otro poeta, Juanjo es uno de ellos, pero bueno, él es más intérprete y quieren organizar un recital. Aquella noche yo les dije que sí, leeré unos cuentos, sí, pues mi poesía es del lado oscuro del corazón y ese es un lugar de luz. La propuesta estaba en pie pero tendría que escoger bien o qué sé yo.
Esa noche quise emborracharme como en mis últimas noches, beber tequila y enamorar mujeres guapas, es algo como una ley para los poetas en esta ciudad; sin embargo, me fui a la cama con la nostalgia de la mujer que no está; recordé ingenuamente aquellas noches cuando entre mis brazos, sus brazos fueron hijos de los brazos míos, su piel se fundía con la mía y nos liberó de la condena a estar solos, aquellas noches deseosas donde mis dedos se sembraban contra sus caderas, donde mi boca bebía la savia de su pecho indefenso, aquellas noches donde la hice mía como siempre, con el mismo amor que le profané desde entonces. La nostalgia me invadía y, al verme solo, recordé también aquellas noches que estaba con mucha gente, muchos amigos, pero a la vez me sentía tan vacío como ahora, pensándola; me sentí más solo que un pez perdido en el mar; me levanté de la cama que me aprisionaba el cuerpo y me quería atar a aquellas sábanas que me recordaban a ella y me vi al espejo; ahí vi un hombre joven pero me sentí como uno de doscientos años.
A la mañana siguiente me iban a entrevistar, era muy urgente para mí, pues lo percibí como una oportunidad; pero ella seguía invadiéndome, mi mente se suspendía sólo para pensarla. En esos momentos decidí llevar a cabo mi plan para el día siguiente. Ir a mirar el mar. Tengo un caballito de tequila y me lo beberé a nuestra salud, me afeitaré con la espuma del mediterráneo. Su ausencia me hizo recordar en ese momento a esas mujeres que me han golpeado tanto y a las que tanto amé. El teléfono sonó….era mi madre, dándome las buenas noches.

Pronto amaneció, el sol empezó a salir con su luz amarilla, propia del mediterráneo y desperté para alistar mi equipamiento y enrolarme a los caminos hacia la mar. El día pasó como volando. Había llegado ya la hora del almuerzo, la tarde parecía verse más bella y recordé ir a encontrarme con Evelyn, una profesora de niños muy guapa. La esperé en la estación poco más de cinco minutos, habíamos quedado en ir a un bar-cultural, se presentaban ahí unos poetas que empezaban a salir a la luz y en el camino me encontré con Juanjo; le presenté a Evelyn, él quedo fascinado, pues ella era muy guapa, sus cabellos eran canelones dorados que hacían juego con sus ojos color miel quemada. Tenía unos ojos muy coquetos, risueños y hechiceros. Pedimos unas cervezas. Yo, por el tequila, estábame zumbando la cabeza y sin querer me comencé a descubrir ante Evelyn, pensé que me iba a abordar a golpes, sin embargo, quizá fue por la bebida, ella me correspondió con un beso que incendió mi cuerpo; mis labios los dejó ávidos de ella, así, sin pensarlo mucho, entre cuatro paredes, con una rosa en la mano, la hice mi mujer.

El arrepentimiento llegó después de consumir nuestros deseos, ella lo pasaba muy mal o tal vez sólo quería descubrirse y sentirse amada, fuimos los amantes perfectos mientras yo le susurraba al oído palabras que nunca antes inventé para el amor, con ella algo en mi brotó, debe ser lo que he guardado para la misteriosa dama que a pesar de estar llegando a la gloria con Evelyn, ella, como invasora, se proclamaba dueña y señora de mis pensamientos. Salimos acalorados por el éxtasis de aquel hotel que fue nuestro cuartel de amores fugases, nos dimos un beso y nos despedimos. Otra vez estaba ahí, solo, esperando los recuerdos para estamparlos en mi memoria. Esa noche quise ocultar mis ojos del mundo porque sólo veía destrucción en mi moribundo andar , mi pasado amarrado al recuerdo, mi futuro cantando solo, esa noche extraña de placer y buena vida cerré mis ganas para el amor y para mi renacimientos, pensé que así mis días grises se destiñeran más y mi vida iba a dejar de tornarse de un color incierto; pues hoy a sido un día como otros, lento, sin tiempo y con ausencias; me desconozco, pero me veo y no me gusta, quiero cambios, los decido, ya es hora, lo que estoy pasando no me gusta, este hombre sin fuerzas y sin ganas no soy yo; a veces en la soledad de mi cuarto, respiro hondo y quiero volar, ir a mi propio encuentro, no pensar en nada más que en mí y verme como quiero realmente ser o volver a ser; mejor retocado, reafirmado, reinventado; el trabajo que hay que hacer es duro pero ya empezó, ahora esto lo reconozco y lo acepto para agradecer por que pasa eso, va pasando y vientos con buenas nuevas llegan, todo cambia, pero mi amor por ella no ha cambiado, aún sigue extenso, nada distante en su ausencia, es hora de tomar las decisiones, sé que es duro el camino, lo sé, sin embargo debo seguir, hoy la noche y la madrugada me regalaran el sueño que fusionará mi mente, mi alma y mi corazón para encontrar en el reposo la respuesta a la táctica y a la estrategia para mañana.


Titulo de la pintura: Y al final llegó el final. Por Lucía Polanco, pintora, artista, mujer y colaboradora desde España. Te recomendamos visitar su blog, Lucía Polanco

Escrito por: Roy Dávatoc, escritor peruano expresivo, directo, a veces amable, explosivo, y duramente enamorado. Te recomendamos visitar su blog, Pájaro Salvaje

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