Brujo el tiempo que nos trae a la vista la historia de algunos hechiceros, cuyas escobas son insignias de la noche, cuyas ollas y pociones nos increpan algunos pensamientos acertados y equivocados de la magia y sus recovecos. Para entender la magia y la hechicería nos es útil entender que existe bajo la práctica de las capas de los "brujos" la magia blanca o teúrgia y la magia negra o goecia. La magia blanca no es más que la alquimia, la cábala y otras actividades, que son para esta práctica beneficios otorgados a los seres humanos, mientras que en la magia negra se practican los ritos satánicos, el mal de ojo y esas historias de terror que nos contaron de niños, en fin, todos son brujos.
En el tiempo de la colonia Alemana en 1486, se dio a la luz un brujo blanco: Cornelius Agrippa, este singular personaje de la historia de la magia y el ocultismo nació en tiempos de convulsión social y transformaciones religiosas, influencia suficiente para su devoción al estudio y la práctica de las ciencias herméticas, la magia, la alquimia y la cábala. Su vida fue un éxodo constante, muchos conservadores de la época lo marginaron, pues no veían, ni eran capaces de comprender el misterio de algunos pensamientos ocultos a la naturaleza que todos conocían como real.
En Cornelius, la historia de la magia no sólo tuvo un investigador que buscaba el conocimiento de los misterios y creencias menos comunes a los entendimientos de la época, deseaba y obtuvo el conocimiento vivencial. Durante los años que se dedicó con rebeldía a la magia enseñó teología, filosofía, alquimia y ocultismo en varias universidades; además, de escribir libros sobre sus investigaciones y teorías del universo. Su obra principal "De occuelta Philosophia libri tres" (los tres libros de la filosofía oculta) un tratado sobre el ocultismo y la magia.
Para Cornelius el significado del universo y de su composición era un estudio interminable, un conglomerado de ideas atinadas; el concepto de la luz y la energía era muy importante para la base de la creación del todo y la nada. Los cielos y todo lo que conocemos tiene alma, cada ser humano es el microcosmos y dios el macrocosmos. "En los mundos inferiores los elementos son formas groseras o inmensos acopios de materia. En el cielo ya son de naturaleza más enérgica, sutil y activa: en las inteligencias son virtudes, y en arquetipo ideas". Todo tiene niveles, una jerarquía de luz, y mientras más luz, más simple y más bella su naturaleza.
Cuentan algunas leyendas que siempre lo acompañaba un perro negro, bajo el cual muchos aseveraron ver en sus ojos al mismo diablo; muchas veces se tiende a perder algunas ideas y alucinar muchas otras para darle un significado propio a lo considerado absurdo. Cornelius Agripa murió en la soledad y la marginación, a lo cual fue arrastrado por sus teorías, estudios y aquella rebeldía inimaginable con la cual defendía su vocación sobre los misterios de la naturaleza
Mientras todo tenga alma en sí mismo, mientras los número nos digan algo y cada cosa en este mundo tenga un significado, aún podemos seguir diciendo que existen momentos mágicos, que un lugar por su cielo, por su natural y simple belleza es mágico; y es más simple que ello, es la hechicería del momento poco entendible al pensamiento humano, es la admiración y la emoción a lo extraordinario.
"La magia es una contemplación profunda que abarca la naturaleza, es el poder, la cantidad, la sustancia, la virtudes, la semejanzas, las diferencias, el arte de unir, separar, componer, todo el trabajo del universo."
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