Realmente es el terror, es un momento, una ocasión espacial, una palma que bate en los oídos, un estruendo, una luz en los ojos ajenos, una súplica de la realidad, un favor a lo fantástico, una responsabilidad ajena, un pesar que no molesta, una angustia una tregua en el día, algo muy cercano y como todo.. muy falso. Al final espera alguien o algo, (no temer), es encontrar el mejor camino hacia la nada, y luego convertir la nada en lo absurdo, creer que existe y que está ahí; es simplemente creer, no abstraer… y finalmente entregarse por completo a esa corriente que te succiona hacia adentro; no es pensar en ti, ni tampoco una introspección, es como descubrir el interior, como abrir una fruta y maravillarse con el verdadero sentido de la existencia de aquella fruta… (((Veo a los ojos. Y reconozco el momento más insignificante, común y despreciable del mundo; ocurre a diario, pero nunca sucede… el “momento” no trasciende y se siente decepcionado, me lo hace saber, es inevitable, de pronto miles de personas están allí atestiguando uno de los momentos mas hermosos e insignificantes del mundo, miles de pasos indiferentes resuenan y opacan el llanto del “momento” que ahora es como un niño cabizbajo y aturdido de tanto desprecio; mi mirad sigue fija en la otra contraria y tímida, qué mas da a quién pertenezca esa mirada, el “momento” no tiene consuelo, pronto dejará de ser especial, y esperará como ha esperado toda la vida entera... ¿Acaso es ese un milagro?, no sé si lo entendí, ¿acaso debo divulgar aquél suceso?, quiero callar el llanto del “momento”)))… El tiempo está lleno de momentos y de “momentos”, las enseñanzas que la naturaleza nos vomita como sudor de arrepentimiento solo sirven para tratar de dirigir nuestras miradas hacia agujeros como túneles en la realidad, los “momentos” nos invitan a deleitarnos con sus espectáculos insignificantes, con lo más cotidiano del mundo, con lo que ocurre siempre. Pero eso no es todo, los “momentos” nos motivan a no romper la cadena de la comunicación, la belleza no nos pertenece, la naturaleza reclama el grito material del “momento”… para mí, eso es surrealismo; el surrealismo es el altavoz del “momento”, es el espejo en el que se refleja el tiempo con sus miles de insignificancias… Sinceramente el hombre experimenta los “momentos” a diario, pero nunca se detiene a apreciarlo.
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