Maximilien Francois Marie Isidore de Robespierre o simplemente Maximilien Robespierre nació el 6 de mayo de 1758 en Arrás, descendiente de una familia de burgueses, fue parte de la pequeña nobleza de Francia. Su niñez no fue sencilla, sufrió la pérdida de su madre y su hermano recién nacido cuando tenía solamente 6 años, y no fueron las únicas pérdidas que sufrió, pues al poco tiempo su padre decidió abandonar a sus cuatro hijos y viajar por el mundo. El pequeño Maximilien con 9 años de vida y sus hermanos quedaron a cargo de sus abuelos y tíos; él en su condición de hermano mayor tuvo la difícil tarea de cuidar a sus hermanos, lo que con el pasar del tiempo fue forjando su carácter fuerte y sus grandes convicciones de fraternidad, igualdad y libertad. La vida no le sonrió como él o cualquiera de nosotros hubiera deseado, los pasos que le tocaron caminar en aquellos tiempos no fueron sencillos, pero Robespierre supo ganar la batalla como después hizo con muchas otras más, ya no personales pero que siempre hizo tan propias.
Durante su juventud se fue interesando en la literatura y en la filosofía, junto con sus estudios de derecho en el colegio Luis el Grande, se fue relacionando con los filósofos de aquella época. Sus ideales se fueron forjando y haciendo más intensos con el tiempo; los liberales, la influencia democrática de Rousseau. En 1781 Culminó sus estudios de leyes y ejerció el derecho con la decisión y honestidad que le eran características, criticando el sistema judicial y el absolutismo democrático, y gracias a lo cual ganó el prestigio que lo llevó a recorrer los sus siguientes pasos.
Por entonces, sucedían continuos desórdenes en la política y economía de la monarquía francesa. A pesar de ello la nobleza había seguido llevando una vida de lujos, placeres y gula, sostenido por los altos impuestos, que socavaba no sólo la precariedad en los alimentos en la población sino en el tema sanitario. Era el año de 1788, cuando lleno de presiones políticas el Rey Luis XVI convoca a los Estados Generales para poder solucionar la quiebra de las finanzas reales. Por ese entonces el abogado Robespierre decide presentarse a la elecciones, con su panfleto: “Adresse à la nation artésienne” (Dirija a la nación artesana). Erigiéndose como defensor de las ideas liberales y democráticas, en verdad siendo muchas de sus propuestas muy avanzadas para su tiempo, siendo el primero, por ejemplo, en prohibir la reelección de los diputados (1991), esa palabra era poco común para ese entonces. El año 1979 ya había comenzado la Revolución Francesa, en la cuál él era uno de sus principales ideólogos.
Robespierre, antes no caracterizado totalmente como republicano, pues creía totalmente en la ecuación: monarquía + democracia, quedó completamente desengañando cuando la familia real escapaba de Francia, momentos en los cuáles la monarquía pasaba por tiempos tensos, incluso de guerra. Es desde entonces que él forma parte de los promotores de la ejecución de Luis XVI y de la República. Robespierres se caracterizó por ser un hombre integro y muy virtuoso, por lo cuál fue llamado el INCORRUPTIBLE. Ciertamente fue un hombre tan fiel a sus principios que llegó hacer fanático de ellos. Desde su posición, se convirtió en uno de los líderes de los Jacobinos, desde donde luchó por mantener la paz con las potencias externas, idea que contraponía el fin de los girondinos, lo cuál Robespierre desde un inicio vió como un claro peligro. Entonces, paso a paso, fue convirtiéndose en la voz del pueblo ostentando diversos cargos, hasta ser uno de los hombres más poderosos de la república francesa.
A pesar de toda la representación que tenía, Robespierre, poco a poco comenzó a impulsar una radical represión para evitar que la Revolución Francesa fracasara. No importaba si la ley restringiera la libertad o la libertad de expresión. Las cifras escalofriantes y sólo comparables a una guerra sangrienta, pues llegaron a 42 000 órdenes de muerte en un años. La revolución no respetaba ni a la izquierda extrema, contrarrevolucionarios, monárquicos, aristócratas, clérigos, federalistas, capitalistas, especuladores, rebeldes, traidores y desafectos. Toda esta represión era, supuestamente, justificada para poder estabilizar toda Francia (pues no sólo la economía era precaria, sino había amenazas y conflictos bélicos con grandes potencias) al terminar las amenazas de guerra, la justificada política sangrienta no tenía piso ni techo. Políticos de diversas ideologías decidieron unirse para impulsar la coalición. Logrando el arresto de Robespierre.
A pesar del tumulto y apoyo de sus partidarios, no se pudo hacer nada. Él fue condenado a muerte en la guillotina, acusado de pretender establecer una dictadura. Robespierre siguió sus convincciones hasta el final, hasta que la ironía de la vida lo condeno a morir, como los miles de hombres que pasaron por ese juez de madera, él cuál fue un símbolo, trágido, de la revolución francesa. Robespierre murió el 28 de julio de 1794. Su muerte significó el fin de la revolución y el inicio de una nueva nación con idiólogías y principios nuevos, significó también la caída de la política monárquica en el mundo.
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