viernes, 28 de mayo de 2010

LA PRESUNTUOSA FLOR DE AMANCAY


Antes que llegue la medianoche, antes que se apague la última tonada de la estrella del norte, antes que me toque el placer del sueño a los ojos comenzaré a versar acerca del emblema de lima, con letras de suerte sin fortuna, hablaré sobre la vanidad y buscando una relación poco ortodoxa iré hilando versos para esta presuntuosa y orgullosa flor de Amancay. Su belleza, ímpetu, orgullo, ilusión y a la vez realidad hecha primavera ha inspirado a artistas e intelectuales hace cincuenta años y, hoy iluminó en mí, aquello con lo que tenía que encontrarme, las letras y un buen pedazo de papel.

Esta flor por su belleza peruana que uno no podría dejar de admirar es muy semejante a las azucenas en forma y figura, pero más artificiosa y de mejor parecer. Siendo una flor nativa del Perú crece en las lomas de la costa central del departamento de Lima, bajo las intensas neblinas del invierno en las praderas del Rímac. En sus buenos años Santa Rosa y San Martín visitaban este paraíso terrenal que era conocido como Amancay siendo los escenarios de peregrinaciones religiosas y centro de esparcimiento de toda clase social cubierto por flores doradas, flores de amancay, flores con cierta vanidad de imperiosas y galantes, dignas de toda admiración humana.

Pese a su peligro de extinción se están elaborando proyectos para salvaguardar su existencia y así poder permitir que siga creciendo en el fino aguacero de junio. Esta presuntuosa flor dorada guarda una historia que nos pertenece y nuestro deber es contemplarla como lo hiceron grandes artistas. Adjunto a modo de despedirme este vals de Chabuca Granda que rinde homenaje a la flor amarilla de amancay. Buenas noches. La Pulga a vuelto a las andadas de escribir.



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