Vivir en un sueño y querer no despertar, querer aferrarse a él con todas las ganas de eternidad, contemplar la ilusión dormida, abrazarla, que luego llegará la pesadilla de enfrentarse con la realidad. Toda una vida de dicha pasa como un sueño que aprovechamos mientras dure, y al despertar, comienza la duda sobre si lo que aconteció ha sido un sueño o realidad y tan solo concluimos…todavía estoy durmiendo. Hay quienes soñamos, hay quienes dormimos, hay quienes nunca despiertan, hay quienes desean ser el sueño de otros y hay quienes dicen que los sueños se cumplen y basta esperar que uno los dibuje. Pero si esta vida es un sueño, pues empecemos a desengañarnos, que al despertar el creador, todo tal vez termine. Lo improbable es mejor, adoptarla como una opción no tan lejana para hallar un buen placer fugaz, una masturbación mental, tan solo eso, es construir un placer que quiere eternidad, profunda eternidad.
Ya que hablamos de sueños y ya que también se hace tarde, los ojos comienzan por vencerme, la danza de las horas comienza a marcarme que ya es hora de dormir, iré de prisa y resurgiré a Pedro Calderón de la Barca. Segismundo hoy tal vez en este breve coloquio empiece a dudar otra vez, un probable sueño, tal vez yo sea el sueño o tal vez yo desde esta prisión empiece por soñar en viceversa. Pedro calderón de la Barca, nace un buen día de enero, en tiempos de alas de renovación del arte, incursionando en la literatura y en el campo de las arma como militar.
Fue y será uno de los mejores dramaturgos españoles de la edad de oro, pues fue aplaudido por Lope de Vega quien reconoce su esmero por sus textos. Textos influidos por sus estudios de Teología como Filosofía. Este poeta y humano por vocación ya desde temprana edad comienza con su innovación literaria, con trece años en la espalda escribe El carro del cielo y cuando termina la universidad es ya conocido como escritor dramático. En cuanto a su lenguaje, es manejado con solemnidad, enfatizando la belleza con el uso de metáforas, Calderón procura que las metáforas puedan ser fácilmente desatadas por su público reiterando un mecánico sistema de referencias cruzadas en torno a los cuatro elementos y recurriendo a una Retórica de fáciles simetrías y diseminaciones y recolecciones.
Calderón destaca sobre todo como creador de esos personajes barrocos, íntimamente desequilibrados por una pasión trágica, que aparecen en El príncipe constante, El mágico prodigioso o La devoción de la cruz. Su personaje más conocido es el desgarrado Segismundo de Polonia de La vida es sueño, considerada como la pieza cumbre del teatro calderoniano. Esta obra, paradigma del género de comedias filosóficas, recoge y dramatiza las cuestiones más trascendentales de su época: la libertad o el poder de la voluntad frente al destino, el escepticismo ante las apariencias sensibles, la precariedad de la existencia, considerada como un simple sueño y, en fin, la consoladora idea de que, incluso en sueños, se puede todavía hacer el bien.
El cielo está limpio y el frío de esta noche comienza abrazar, el Jazz hace ecos en este espacio de cuatro paredes, me voy despidiendo, iré a soñar a lo que muchos llaman leer. No sean esclavos de los sueños, no se esmeren en vivir un cuento de hadas, tan solo sueñen lo que son aunque la pesadilla quiera decir: pasa.
Es verdad, pues reprimamos
Esta fiera condición,
Esta furia, esta ambición
Por si alguna vez soñamos…
Y en el mundo, en conclusión,
Todos sueñan lo que son
Aunque ninguno lo entiende…
Que toda la vida es sueño
Y los sueños, sueños son.
Esta fiera condición,
Esta furia, esta ambición
Por si alguna vez soñamos…
Y en el mundo, en conclusión,
Todos sueñan lo que son
Aunque ninguno lo entiende…
Que toda la vida es sueño
Y los sueños, sueños son.
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