El estado del sueño como opuesto al de la vigilia ha generado desde los primeros años de los hombres sobre la Tierra dudas como también muchas respuestas y sobre todo la sensación de omnipotencia y de ser invencible que hace del sueño un enigma y posibilidad.
Si hablamos del sueño, será propio mencionar a la especie: a la pesadilla y es aquí donde interviene el protagonista de esta sección: el relato, de la mano de un grande como Borges. Voila!
“(..)El nombre español no es demasiado venturoso: el diminutivo parece quitarle fuerza. En otras lenguas los nombres son más fuertes. En griego la palabra es efialtes: Efialtes es el demonio que inspira la pesadilla. En latín tenemos el incubus. El íncubo es el demonio que oprime al durmiente y le inspira la pesadilla. En alemán tenemos una palabra muy curiosa: Alp, que vendría a significar el elfo y la opresión del elfo, la misma idea de un demonio que inspira la pesadilla. Y hay un cuadro, un cuadro que De Quincey, uno de los grandes soñadores de pesadilla de la literatura, vio. Un cuadro de Fussele o Füssili que se llama The Nightmare, La pesadilla. Una muchacha está acostada y sobre su vientre se ha acostado un monstruo pequeño, negro y maligno. Ese monstruo es la pesadilla(..)
Llegamos ahora a la palabra más sabia y ambigua, el nombre inglés de la pesadilla: the nightmare, que significa para nosotros “la yegua de la noche”. Shakespeare la entendió así (..) hay otro poema que ya dice deliberadamente the nightmare and her nine foals, “la pesadilla y sus nueve potrillos” donde la ve como una yegua también(..)”
Habitantes de más de un mundo, conozcamos el mundo de Borges en Siete noches.
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