La pared maltratada de aquella calle marchita, fue testigo del precario y agónico amor.
Se aferraba la pasión al desenfreno, coqueteaba el trago abruptamente con el pudor.
Un pedazo de cartón, era el barco relajado de la aventura de dos amantes desesperados.
Sus cuerpos marchitos por el abandono se entregaban a la fría noche en un cálido acto.
La calle con luz tenue fue el regazo de veteranos amantes, con gozo constante
Se desvestían la piel y entregaban su moribunda alma con pasiva calma.
Abrazados, con la sombra como sabana y la luna de ventana.
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