viernes, 15 de junio de 2012

Liverso!

No estás ni en la nada misma,
porque tu estar es ausente absoluto.
Deprimes las más dulces almas,
aún cuando tus laberintos son los más bellos.

Eres el pan sublime que no falta a un mendigo,
pero también el cuchillo indoloro del asesino.
Aún así te vuelves la harina del rico
y la espalda de todas las víctimas.

Hoy estoy observando tu fragancia,
aquella que llega hasta el lado más oscuro.
Hoy estoy tocando tu ausencia,
cuando desgarrabas mis actos.

Así es,
La nausea humana...

Dedicado a los más "justos" juzgadores
(jomabole)
Psdt.  He vuelto!  

sábado, 11 de febrero de 2012

Nilo y el Universo de la cultura



Camino reconociendo calles de antaño y una serenata silenciosa se va  condensando con la niebla fría de Quinua. La bienvenida fue una ligera llovizna que orgullosa mostraba su imperio, golpeando las calles y mis palabras. Lo recuerdo en mi escritorio ahora, el frío aún se sostiene sobre el  hombro del campesino y los maíces, deslizándose en el café que me acompaña.

Fueron mis pasos que se pusieron andar por casas artesanas que desnudaban el misterio que las describía, ¿a dónde me dirige la vida, a dónde? Era la eterna incertidumbre… saber dónde debemos morir. Sin embargo echaba algunos pasos sobre los  pedregales que invocaban un extraño lugar de esculturas, de paredes de arcilla y papel, de umbrales y dimensiones opuestas, rodeado de infierno, cultura y cielo.

Esta era la historia y así comenzaba. Unas palomas  buscaban el trigo bajo el barro otorgándome la señal del espíritu, que reposaba junto a una iglesia donde las campanas desde algún lejano tiempo, dejaron de sonar. “Qué frío hace en Quinua Jesús”, esta vez lo dije alzando la voz y pegando una neblina que salía de mi boca. Necesitaba un pasaje para escapar del sistema que poco a poco se iba desarmando bajo una sombra oscura, pero las circunstancias en las que me encontraba eran claras: hambre y más hambre, de ver la luz… de regresar por aquel camino de hierbas y cerros azules con aquel trigo de las palomas negras, que era como el génesis de la humanidad.


Las alcantarillas donde se dejó llevar mi cuerpo, desembocaron en su lugar. En aquella Casa Museo de Arte Étnico, que en las líneas estrictas de la palma de mi mano, se convertían en mi propio destino. Sin mucha prisa sacudí las gotas de charcos que traía en los zapatos como en las mejillas, atreviéndome a cruzar sin pedir permiso dejando atrás el miedo como un murmullo desolado, efectivamente, la casa era la misma, aquel añejo asiento de maderas tristes donde se encontraba el artista, me miraron por un instante con sus manos de barro.

Decidió darme su  nombre, para luego sonreírme alegremente. Nuestras palabras se confrontaron sabiendo a donde llegar. Mi acento se quedó absorbido por los campos de artesanía, rodeado por aquel universo profundo de ríos y todo el arte de Choquepampa. Nilo me explicaba que no era un artesano como tantos que se escondían debajo de una piedra, al contrario, Nilo se consideraba  un artista, el hombre más alto de toda una sociedad. Yo le creía porque en sus paredes se develaban continentes, es decir, diferentes culturas de arena y mucho ramaje. Las esculturas plasmaban un simbolismo mitológico cubierto de historia, mientras el artista con su voz serena y firme me decía “la cultura es la verdadera religión”. El hombre era Nilo, cual hombre con su piel morena y recia  leía su libro atento, descubriendo fronteras de artes plásticas y religiones egipcias, mitos budistas, calor africano, e imperios del lejano occidente.

 
Para ese entonces el mediodía había quedado atrás, no obstante, Nilo sostenía que la única manera de que un país despierte, era la educación a través de su historia, valorando la cultura y morir defendiéndola.  Al artista le emocionaba tanto hablar del inca, apresurándose a coger  un papel para explicarme que nuestros antecesores expresaban la vida desde siempre, en tres espacios: El cielo, el centro y el infierno, ¿cuál es nuestro verdadero sentido en esta vida? le pregunté, y el artista tan calmado me respondió, “Somos una constante evolución”  ¿Y Dios? “Dios es el centro, la evolución eterna”

Nilo a pesar de su negativa con el mundo, luego de citarme a Nietzsche, Schopenhauer, Mariategui y sus siete ensayos replicaba que no estamos preparados para escuchar la verdad, sin embargo, ante aquella mirada de esperanza que ardía en sus pupilas sentenció “La vida es el arte, y el arte es saber  amar" agregando que su obra era una síntesis de la cultura, en su postura de seguir trabajando, aunque falte, aunque falte, aunque falte siempre.

Al salir la lluvia descansaba al ras del suelo. Nilo se despedía acortando caminos, perdiéndonos por las calles de Quinua, la tarde y la soledad.


miércoles, 1 de febrero de 2012

Miedo

Mi miedo se transluce en ciertas ocasiones  ajenas
como una gota intermitente, como un río con abismos
como un ciego sin luz, un viaje sin estrellas ni tren,
y es en cambio, un irreflexivo sin motivo ni razón soñador.

Mi miedo suele ser como una canción con ritmo caótico
Como un fuego destemplado, como un sol fugaz sin dirección "o" motivo
Como un caminante temerario, una marea destructible
Un cielo sin nubes, una fuerza circunstancial.

Mi miedo camina lejano como un devoto disonante
Como una mirada despojada, un abrazo desafinado
Como un rebelde añejo,  una queja inmemorial
Y es en cambio un pez con alas, una materia "in-vital".

Mi miedo es al fin una asociación,
un pretexto y una duda, un adusto magnánimo
tal solitario sepia, insomnio noble,
un bisbiseo solemne e incondicional. 


domingo, 20 de noviembre de 2011

Buscando Plumas Literarias



Cansados de andar en un camino a solas y con la esperanza de encontrar compañía, lanzamos este mensaje desesperado. El fin es obvio: reclutar colegas que vivan, piensen y forniquen con libros.

Lo único que tienes que hacer es escribir un texto. El tema es libre y al gusto de las influencias que la mente te indiquen. Se aceptan poemas, cuentos, crónicas, relatos eróticos, etc. Luego la envías al correo:

yanallqu@gmail.com


Adjuntando una pequeña biografía (importante señalar lugar donde actualmente vives) Se advierte que no hay plazo para enviar sus textos, debido a que estamos buscando una pluma comprometida que quiera escribir con nosotros.


No importa la edad, el sexo, el lugar, prevalece que quieras escribir con nosotros. Actualmente estamos en Lima - Perú. Si conoces o sabes de alguien que escriba o haga el intento, ¡pásale la voz!

Prometemos estar en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad. Hasta que la discrepancia, el carajeo y el mal internet nos separe.

Amén


¿Quiénes somos?

El perro no es sólo un ente cercano al hombre; es el guardián de lo propio, de aquello que nos ataca y nos vuelve vulnerables a los peligros externos, lo que puede destruir nuestra integridad. Pero, el perro, el Allqu,defiende lo que le ha dado la vida, el lugar en el que ha nacido y en el que quiere morir. Este Yana Allqu, se ha formado con el fin de preservar la cultura peruana, esa mezcolanza de diferentes culturas que es causante de diferencias sociales y raciales pero que existe en un sólo país, en el nuestro. Su único motivo y objetivo es difundir esa cultura que subyace en las calles y en los museos, que necesita integrarse en este mundo tan complejo para poder coexistir, para poder lograr una identidad propia que, será por fin, una identidad nuestra.

Yana Allqu, ya tiene tres años en la red, con la finalidad de promover nuestra cultura. 

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El cuaderno de la muerte


En los lugares menos esperados se reza que debemos seguir las enseñanzas de Dios, cumpliendo los mandamientos indicados, y si lo hacemos permanecerán los mares en calma y la tormenta no vendrá. Al parecer el hombre aspira una vida sin violencia, sin ladrones, sin homicidas, sin corruptos, sin guerras absurdas, sin maltratos infantiles, efectivamente, queremos un día sin malas noticias, un momento de sosiego, sin embargo, hay espada por donde quiera que se respire. Nuestras voces claman pena de muerte con pancartas y manos levantadas que marchan por la avenida  Abancay que nos dirige al congreso de la República, pero nadie nos escuchará, entonces  ¿se puede cambiar el sistema, sin que nadie interfiera en el camino de la verdadera revolución? ¿Qué haríamos si podríamos poner fin a tantos abusos? ¿A quiénes mataríamos? ¿Cuál sería el ideal? ¿Cómo seria un mundo perfecto?


Once de la mañana, en Japón como en todas partes se está cometiendo un nuevo crimen, un hombre fue encontrado muerto y cubierto de sangre, la policía realiza las investigaciones que corresponden pero no encuentran indicios suficientes. Detienen a un sospechoso que por falta de pruebas saldrá en contadas horas a las calles para volver a delinquir, mientras el Poder Judicial se resigna a quedarse con las manos cruzadas. Verdaderamente alguien tiene que parar toda esta ola de injusticias.  Hubo hombres que lo intentaron, en especial uno, llamado  Jesús, quien llegó a la tierra para salvarnos del pecado pero no lo logró y la historia hasta nuestros días así lo demuestra, la cruz no acabó con la maldad. Todo es una larga cadena que se extiende, violencia tras violencia se escribe una nueva leyenda.




Light Yagami, es un estudiante de preparatoria que al igual que nosotros está cansado de este mundo podrido. Su obstinado sueño de “cambio” no tardaría en encontrar una respuesta, debido a que el destino, le dará el poder que necesita para plasmar su mundo brillante. Es ahí que hallará por azar un cuaderno sobrenatural llamado Death Note (Cuaderno de la muerte), el cual es capaz de matar a personas con tan solo escribir su nombre en el papel mientras el portador visualiza mentalmente la cara de quien quiere asesinar. Light como es de imaginar, intentará eliminar a todos los criminales para crear un mundo donde no exista la maldad, convirtiéndose en el verdadero mesías que por tantos años estamos esperando, aunque es conocido que en el camino siempre encontramos piedras, y es así que sus planes serán interrumpidos por “L”, que además de ser un famoso detective privado será su eterno rival, quien no parará de investigar hasta llegar a descubrir quién es el dios terrenal que sentencia: quiénes deben vivir y quienes no.

Death Note, es una serie de manga escrita por Tsugumi Ōba e ilustrada por Takeshi Obata, anime que fue dirigida por Tetsurō Araki, rompiendo esquemas y convirtiéndose en uno de los dibujos animados preferidos en Japón por el tema que se pone sobre la mesa, el mundo perfecto. Entonces, cómo podríamos saber si el Bien es bueno si no existiría el Mal, cómo saber si dios es Dios si no existe el Demonio. No tenemos todas las preguntas, así como no tenemos todas las respuestas, sin embargo nos tocará conformarnos con saber que algún día terminará todo esto, y sabremos al fin, cuál es el verdadero sentido del hombre en esta vida que se acaba cada vez como un suspiro.


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jueves, 20 de octubre de 2011

Saramago y el Hombre Duplicado


Tomado de la Novela: "El hombre duplicado"


"El entierro de Antonio Claro fue tres días después. Helena y la madre de Tertuliano Máximo Afonso representaron sus papeles, una llorando a un hijo que no era suyo, otra fingiendo que el muerto era un desconocido. Él se había quedado en casa, leyendo un libro sobre las antiguas civilizaciones mesopotámicas, capítulo de los arameos. El teléfono sonó. Sin pensar que podría ser alguno de sus nuevos padres o hermanos, Tertuliano Máximo Afonso levantó el auricular y dijo, Dígame. Del otro lado una voz exactamente igual a la suya exclamó, Por fin. Tertuliano Máximo Afonso se estremeció, en este mismo sillón estaría sentado Antonio Claro, la noche en la que le telefoneó. Ahora la conversación va a repetirse, el tiempo se arrepintió y volvió atrás. Es usted el señor Daniel Santa Clara, preguntó la voz, Sí soy yo, Llevo semanas buscándolo, pero finalmente lo he encontrado, Qué desea, Me gustaría verlo en persona, Para qué, Se habrá dado cuenta de que nuestras voces son iguales, Me ha parecido notar cierta semejanza, Semejanza, no, igualdad, Como quiera, No somos parecidos sólo en las voces, No lo entiendo, Cualquier persona que nos viese juntos sería capaz de jurar que somos gemelos, Gemelos, Más que gemelos, iguales, Iguales, cómo, Iguales, simplemente iguales, Acabemos con esta conversación, tengo que hacer, Quiere decir que no me cree, No creo en imposibles, Tiene dos señales en el antebrazo derecho, una al lado de otra, Las tengo, Yo también, Eso no prueba nada, Tiene una cicatriz debajo de la rótula izquierda, Sí, Yo también. Tertuliano Máximo Afonso respiró hondo, luego preguntó, Dónde está, En una cabina telefónica no muy lejos de su casa, Y dónde podemos encontrarnos, Tendrá que ser en un sitio aislado, son testigos, Evidentemente, no somos fenómenos de feria. La voz del otro sugirió un parque en la periferia de la ciudad y Tertuliano Máximo Afonso dijo que estaba de acuerdo, Pero los coches no pueden entrar, observó, Mejor así, dijo la voz, Comparto esa opinión, Hay una zona en el bosque después del tercer lago, lo espero allí, Tal vez yo llegue primero, Cuándo, Ahora mismo, dentro de una hora, Muy bien, Muy bien, repitió Tertuliano Máximo Afonso colgando el teléfono. Tomó una hoja de papel y escribió sin firmar, Volveré. Después entró en el dormitorio, abrió el cajón donde estaba la pistola. Introdujo el cargador en la corredera y colocó una bala en la recámara. Se cambió de ropa, camisa limpia, corbata, pantalones, chaqueta, los zapatos mejores. Se encajó la pistola en la correa y salió."



¿Cómo saber quiénes somos? ¿En qué consiste nuestra identidad? ¿Qué nos define como personas individuales y únicas? ¿Qué pasaría si descubriéramos que en el mundo existe alguien igual a nosotros?  Tertuliano Máximo Afonso,  personaje de la novela “El hombre duplicado” tendrá que lidiar con dichas incertidumbres, al enterarse a sus treinta y ocho años que existe un hombre que es una fiel copia, quien por nombre se le conoce como Antonio Claro. El caos se desatará entre ambos, ¿cuál de los dos es el verdadero? ¿quién es la copia? ¿qué los diferencia?

Se ha dicho hasta la saciedad que somos un milagro y que cada persona es diferente, sin embargo nuestra similitud se va forjando sin darnos cuenta, las diferencias entre las personas se reducen cada vez más, al sentido común de los actos, la rutina, la normalidad, la deshumanización, donde los seres “exitosos” toman el rol protagónico de la sociedad y los secundarios quedan atrás. Pero qué pasaría si los “no exitosos”, los que cumplen un papel secundario en el mundo también lograrían el protagonismo que por años reclaman entre sueños, logrando ser  actores principales, en efecto, sería un desorden imaginar que en una ciudad únicamente existieran personajes exitos, porque de ser así ¿quiénes serían los subordinados?

El portugués José Saramago  nos llevará a navegar por las profundidades del alma, dentro de una filosofía de fatalismo, en el sentido estricto del destino y la predestinación que tenemos al momento de cumplir algo en esta vida. El Nobel, realiza enfoques respecto a las analogías del cuerpo y las dimensiones de nuestro ser, en circunstancias donde la costumbre  se traduce en la voluntad y la decisión que tomamos día a día, costumbre que adoptamos y marcará una diferencia abstracta entre unos y otros. El hombre duplicado será otra buena escusa para leer.

viernes, 23 de septiembre de 2011

La Maga de Julio Cortázar

No he venido a escribir de Rayuela, ni mucho menos del pintor Etienne, de Ronald, de Babs, de Guy Monod, del novelista consumado Morelli…aunque quisiera. No voy a hablar de Gregorovius que también está enamorado de la Maga. Tampoco quiero detenerme en la vida de Perico Romero, ni de la  francesa Pola, amante de Oliveira. Me cansaría de revisar las fotografías de Wong, aunque debería hacer una pausa en Talita ya que Horacio Oliveira veía en ella a la Maga. Por ahí debería de comenzar, por Uruguay, por las cifras, los números, las casualidades, Argentina, el cielo, lo improbable… París, sí, París. Pero la Maga empezaba  con su manía de perfección, con sus zapatos rotos, con su negativa a aceptar lo aceptable. Sentándose  en un montón de basura para fumar un rato, y canturrear melodías ni siquiera inventadas, melopeas absurdas cortadas por suspiros o recuerdos. Así es la Maga, ella nada en el río, mientras todos miramos desde lejos.


Escuchar su voz, era una mezcla de ritmos inesperados que poco a poco se conjugan en mis oídos, como las palabras que se alinean en un vaso de café caliente que se acomoda en mi paladar. Podía  escribir algunas líneas que encontrarían su destino en una fruta madura pero ¿Cómo  llegaría a la  Maga?, pensé. Era una pregunta que no quería ser resuelta todavía. Entonces cogí el libro de Julio Cortázar,  que parecía haberme esperado durante un largo periodo en mi escritorio. La miro detenidamente y parece que está tramando algo dentro de sus páginas que me impulsan a acariciarla. Termino de sacarle el polvo que rodea sus hojas y recuerdo nuestro primer encuentro en Amazonas, los trece soles que tuve que pagarle al hombre de barba blanca que sólo se quería deshacer de la Maga. Yo todavía no comprendo si la encontré  o si fue ella, quien terminó por comprarme.

Mi madre piensa que buscar a la Maga es una locura, tal vez tiene razón, debería estar buscando trabajo en este momento. Seguramente que en la calle podría encontrar  el color violeta, una pista, un indicio, alguna señal del “Club de la Serpiente” que me dé una razón sobre el paradero de la Maga, pero ya es demasiado tarde, el jazz se apoderó de la habitación y los números me involucran en el capítulo veintiocho. Comienzo a leer y la Maga me dice que no haga ruido, que no grite, que baje la voz, porque  Rocamadour está durmiendo…el bebé Rocamadour, está durmiendo. Entonces enciendo un cigarrillo y mientras voy fumando, las  ideas se confrontan y se dirigen a una dirección, a algo abstracto que me atrae, en una respuesta que concluye porque tiene que ser así necesariamente. La Maga también es una buena madre como la mía, en conclusión. Efectivamente eso es cierto, ya que ambas están preparando más café, mientras el sueño alcanza a Rocamadour que se está cubriendo entre las sábanas como un niño tierno, para no sentir el  frío.


¿Cómo era la Maga de Julio Cortázar? No lo sé, pero lo imagino. Imagino de pronto a Horacio Oliveira quien la debió conocer mejor que nadie, porque fue Horacio quien terminaba corrigiendo a la Maga de los errores que cometía, de los líos inverosímiles en que andaba metida siempre por causa del fracaso de las leyes en su vida, de aquella ignorancia violeta que traía en los vestidos. Sus encuentros eran tan oscuros como el fósforo, un túnel desconocido que guiaba a la Maga a besar a Horacio, echándole en la cara el humo del cigarrillo y su aliento caliente. Ambos se reían entre los montones de basura, así lo contaba Cortázar quien también estaba envuelto en el cabello de la Maga, en lo inevitable, en la profundidad de su pelo como en el borde de su boca, que iba dibujándola como si saliera de su mano. La boca que eligió con soberana libertad, una boca elegida entre todas, y que por un azar que no buscaba comprender coincidía exactamente con los labios de Cortázar, que sonreía por debajo de la mano que la dibujaba.

¿Encontraría a la Maga? A esa mujer que se llamaba Lucía, la que podía romper puentes con tan solo cruzarlos, la que podía llorar a gritos por haber visto en una vitrina el décimo de lotería que acaba de ganar cinco millones. En fin, no es fácil hablar de la Maga que a esta hora anda seguramente por Belleville o Pantin, mirando aplicadamente el suelo hasta encontrar un pedazo de género rojo. Ella sufre en alguna parte como diría Cortázar, siempre ha sufrido a pesar de ser tan alegre, a pesar de que adora el amarillo y el puente Pont des Arts en la cual se inscribe su silueta sobre el agua llena de flores o de peces. Un encuentro casual con la Maga, podría ser lo menos casual en nuestras vidas, porque su fina cara de translúcida piel se asomaría a viejos portales en el ghetto del Marais, ¿Dónde estás Lucía? quizás estarías charlando con una vendedora de papas fritas o comiendo una salchicha caliente en el boulevard de Sebastopol. Maga, Lucía, Maga, eres la torpeza y la confusión pero también helechos con la firma de la arena Klee, un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez o una torre que se movía como un alfil. Mi querido Cortázar, confieso que no quería enamorarme de Lucía, no quería ser un traidor como Ossip Gregorovius, pero te tengo que decir algo, realmente siempre fuiste un afortunado, te lo repito a mi manera, fuiste una casualidad, porque tenías a la Maga, a Uruguay, a Lucía, a París pendientes de tus pasos, cuando te resfriabas y regresabas empapado de lluvia a casa, ella te esperaba con un Té para luego hacer el amor sin despertar a Rocamadour. Qué suerte tienes tú, Julio Cortázar, de haber vivido en París enamorado, donde el cielo vale más que la sierra y todo pasa como si nunca hubiera pasado el tiempo.

Ahora lo entiendo Cortázar, la Maga era el nexo para llegar al centro, para sentirte parte del cuadro, para terminar en una instantánea muerte dulce. Ella sería una palabra que no desaparecía jamás, porque siempre se mantendría intacta… Yo lo sabía Ché, que de alguna manera querías llevar a la escritura, aquel amor fecundo que inspiraba Lucía, que formaba parte de tus conclusiones y de la experiencia de toda una vida. Ese universo que nos persigue, que nos enfrenta al espejo, en un juego que consiste exactamente en eso, la facilidad de alcanzar el cielo siendo un número impar, saltando y alternando capítulos. No querías confesar que tú también estabas enamorado con la misma fuerza que besabas a la Maga, con la misma fuerza que odiabas y hacías el amor escuchando a Vivaldi. Sí Cortázar, todo era una tentativa para ir hasta el fondo de un largo camino de negación de la realidad cotidiana y admisión de otras posibles realidades. Querías decirme que Dios y el Demonio también están enamorados y el centro del mundo era la Maga, Rayuela, Charlie Parker, el jazz, París, Mándala, mi escritorio, el libro, los signos y la eterna búsqueda. Pero no me hagas caso Ché, que ya es demasiado tarde y los cigarrillos se me agotaron. Es mejor que nos vayamos todos, la verdad que sí. Aunque pensándolo mejor, podrías ir a tomar un poco de aire con Lucía por la rue de Sein, al arco que da al Quai de Conti, que yo me quedaré cuidando a Rocamadour que ya está dormido. No te preocupes Lucía…tranquila querida. Solo ve a tomar un café con Julio Cortázar en la rue du Cherche-Midi…que yo ya sé escribir.
  




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