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Una mujer de profesión terrorista ha salido, una sociedad de oficio intolerante no la quiere. Los ciudadanos la amenazan de muerte porque creen que ella está planeando matarlos.
Gabrielle, fue una mujer por demás atractiva, influenciada por el machismo de la época, renovó su espíritu femenino ante ello, tornándose en un ícono de la moda francesa, desbordante de belleza y sutil feminidad. Una mujer de carácter fuerte, perfeccionista y detallista de su oficio; aunque su soledad la haya llevado en cierta forma a aislarse en algunas ocasiones.
“El lujo es una necesidad que empieza cuando acaba la necesidad.”
Gabrielle es muestra de lo que cada una de las mujeres llevamos por dentro, unas más arraigadas que otras, en algunas más presente que en otras, ese sentimiento íntimo de demostración de nuestra feminidad, de la belleza simple realzada con algún ornamento más complejo, de un espejo que permita poner en transparencia lo que alma impone. Cada instrumento al final es una extensión de lo que llevamos por dentro, de lo que somos, de lo que sentimos.
Gabrielle nos muestra este sentimiento con su relación casi hermana con las telas y los encajes, su desborde de elegancia y libertad, mostrándonos en ellos, en sus diseños, su concepción de la moda, de la vanidad de las mujeres, de aquella vanidad elegante, omnipresente que fluye en cada una. Pero aquella vanidad que tiene límites, en la cual cada mujer no debe perderse a sí misma, la vanidad lleva a un cambio de metamorfosis mediante encajes; sin embargo, propasar el límite llevaría a convertirnos en una tela más de un armario dejando la humanidad de la lado.
La vida solitaria de Gabrielle dominada por la artrosis y la morfina terminó de forma tan impredecible como la vivió, terminando su largo reinado sobre la moda, dejando su eterno vestido channel que nunca pasará de moda, impulsado ya el color negro como el símbolo de la mujer elegante y suspicaz.
"Seré una mala muerta. Cuando esté bajo tierra me agitaré, y sólo pensaré en regresar para volver a empezar".
Crisálida
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Maximilien Francois Marie Isidore de Robespierre o simplemente Maximilien Robespierre nació el 6 de mayo de 1758 en Arrás, descendiente de una familia de burgueses, fue parte de la pequeña nobleza de Francia. Su niñez no fue sencilla, sufrió la pérdida de su madre y su hermano recién nacido cuando tenía solamente 6 años, y no fueron las únicas pérdidas que sufrió, pues al poco tiempo su padre decidió abandonar a sus cuatro hijos y viajar por el mundo. El pequeño Maximilien con 9 años de vida y sus hermanos quedaron a cargo de sus abuelos y tíos; él en su condición de hermano mayor tuvo la difícil tarea de cuidar a sus hermanos, lo que con el pasar del tiempo fue forjando su carácter fuerte y sus grandes convicciones de fraternidad, igualdad y libertad. La vida no le sonrió como él o cualquiera de nosotros hubiera deseado, los pasos que le tocaron caminar en aquellos tiempos no fueron sencillos, pero Robespierre supo ganar la batalla como después hizo con muchas otras más, ya no personales pero que siempre hizo tan propias.
Durante su juventud se fue interesando en la literatura y en la filosofía, junto con sus estudios de derecho en el colegio Luis el Grande, se fue relacionando con los filósofos de aquella época. Sus ideales se fueron forjando y haciendo más intensos con el tiempo; los liberales, la influencia democrática de Rousseau. En 1781 Culminó sus estudios de leyes y ejerció el derecho con la decisión y honestidad que le eran características, criticando el sistema judicial y el absolutismo democrático, y gracias a lo cual ganó el prestigio que lo llevó a recorrer los sus siguientes pasos.
Por entonces, sucedían continuos desórdenes en la política y economía de la monarquía francesa. A pesar de ello la nobleza había seguido llevando una vida de lujos, placeres y gula, sostenido por los altos impuestos, que socavaba no sólo la precariedad en los alimentos en la población sino en el tema sanitario. Era el año de 1788, cuando lleno de presiones políticas el Rey Luis XVI convoca a los Estados Generales para poder solucionar la quiebra de las finanzas reales. Por ese entonces el abogado Robespierre decide presentarse a la elecciones, con su panfleto: “Adresse à la nation artésienne” (Dirija a la nación artesana). Erigiéndose como defensor de las ideas liberales y democráticas, en verdad siendo muchas de sus propuestas muy avanzadas para su tiempo, siendo el primero, por ejemplo, en prohibir la reelección de los diputados (1991), esa palabra era poco común para ese entonces. El año 1979 ya había comenzado la Revolución Francesa, en la cuál él era uno de sus principales ideólogos.
Robespierre, antes no caracterizado totalmente como republicano, pues creía totalmente en la ecuación: monarquía + democracia, quedó completamente desengañando cuando la familia real escapaba de Francia, momentos en los cuáles la monarquía pasaba por tiempos tensos, incluso de guerra. Es desde entonces que él forma parte de los promotores de la ejecución de Luis XVI y de la República. Robespierres se caracterizó por ser un hombre integro y muy virtuoso, por lo cuál fue llamado el INCORRUPTIBLE. Ciertamente fue un hombre tan fiel a sus principios que llegó hacer fanático de ellos. Desde su posición, se convirtió en uno de los líderes de los Jacobinos, desde donde luchó por mantener la paz con las potencias externas, idea que contraponía el fin de los girondinos, lo cuál Robespierre desde un inicio vió como un claro peligro. Entonces, paso a paso, fue convirtiéndose en la voz del pueblo ostentando diversos cargos, hasta ser uno de los hombres más poderosos de la república francesa.
A pesar de toda la representación que tenía, Robespierre, poco a poco comenzó a impulsar una radical represión para evitar que la Revolución Francesa fracasara. No importaba si la ley restringiera la libertad o la libertad de expresión. Las cifras escalofriantes y sólo comparables a una guerra sangrienta, pues llegaron a 42 000 órdenes de muerte en un años. La revolución no respetaba ni a la izquierda extrema, contrarrevolucionarios, monárquicos, aristócratas, clérigos, federalistas, capitalistas, especuladores, rebeldes, traidores y desafectos. Toda esta represión era, supuestamente, justificada para poder estabilizar toda Francia (pues no sólo la economía era precaria, sino había amenazas y conflictos bélicos con grandes potencias) al terminar las amenazas de guerra, la justificada política sangrienta no tenía piso ni techo. Políticos de diversas ideologías decidieron unirse para impulsar la coalición. Logrando el arresto de Robespierre.
A pesar del tumulto y apoyo de sus partidarios, no se pudo hacer nada. Él fue condenado a muerte en la guillotina, acusado de pretender establecer una dictadura. Robespierre siguió sus convincciones hasta el final, hasta que la ironía de la vida lo condeno a morir, como los miles de hombres que pasaron por ese juez de madera, él cuál fue un símbolo, trágido, de la revolución francesa. Robespierre murió el 28 de julio de 1794. Su muerte significó el fin de la revolución y el inicio de una nueva nación con idiólogías y principios nuevos, significó también la caída de la política monárquica en el mundo.
Aquella que te besa
Sin tocar tus labios
Y te abraza
Con tus propios brazos.
Aquella que te quiere
Sin querer tenerte
Y te alienta
A matar la muerte.
Aquella que te calla
Sin querer callarte
Y te escucha
Sin dejar de hablarte.
Aquella que no buscaste
Y sin embargo hallaste
Aquella como estos versos
Que nos son versos.
Aquella es ella
Y ella, no es aquella;
Pues tiene nombre
Y es mi amiga.
(Jomabole)