sábado, 23 de octubre de 2010

Una casa con vista al mar


Cómo ver el mar desde una casa, cómo escuchar las olas quebrantarse bajo las rocas estando en las praderas de los trigos, cómo mirar el océano sin conocerlo, cómo saber si existe el mar si apenas sabemos que es un sueño. La película de Alberto Arvelo muestra una ambiciosa propuesta de ver desde el mar una nueva manera de vivir, donde el aire es limpio y no hay envidia, donde la arena es justa para todos los hombres y el sabor salado del mar un manantial dispuesto para amar.
 


El transcurso de esta película venezolana se inicia tras la muerte de la madre de Santiago (María). Santiago tendrá que aprender junto a su padre Tomás Alonso un campesino que solo sabe querer su casa y calmar un buey sin hacerle daño, a enfrentar sin temores las fortunas y las desventuras del destino, cuestionando las labores de Dios y la justicia del hombre, sin embargo los designios de la vida hará que ambos, conozcan otro mundo, otro universo azul, que es el mar a donde irán a parar en busca de una vida mejor, donde juntos aprenderán a ser valientes y a liberarse de las malas horas que uno no puede evitar.



“Si en el mar se puede sembrar trigo, entonces tiene que haber bueyes Santiago y tal vez nos iría mejor” Sin embargo cuando lleguen al mar, se darán cuenta que todas las remotas ideas, las historias de las ballenas, los barcos y su inicio fuera de casa, será completamente diferente a la que esperaban. “En el mar no hay bueyes Santiago”

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