domingo, 29 de agosto de 2010

La Santa Inquisición en el Perú



Despierto y pienso durante un momento si el mayor delito del hombre, es haber nacido. Si todo o parte de él está dentro de una naturaleza que espanta, tan sólo pensar si la crueldad es algo innato que se lleva en las entrañas, que nos pertenece y no nos otorga ninguna tregua para conocer quien en verdad somos, humanos. Lanzamos bombas para sentir tan solo el poder, seguimos torturando la inocencia de la gente, hacemos guerras que pisan y dejan orfandad que no terminan de cicatrizar, nos vamos deshumanizando sin darnos cuenta y frente a ellas nos tornamos ajenos, fieras de otra especie, crueles sin escrúpulos y yo solo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente.

En nuestra ciudad capital, la Ciudad de los Reyes, estuvo la sede de uno de los tribunales indianos; que de tolerancia conocía poco, sin embargo, lo que comúnmente se conoce sobre sus motivaciones, procedimientos, objetivos y limitaciones no son tan acertadas. Debemos advertir que hay que diferenciar dos instituciones que, más allá de sus similitudes, resultan distintas: la Inquisición medieval y la Inquisición española. Ambas se debieron a causas diferentes, poseyendo atribuciones y procedimientos distintos. Una de las principales diferencias es que en la institución medieval se manifestaba un carácter mixto, estatal y eclesiástico, valga decir cruel y de la segunda podemos decir que implicaba su dependencia de la corona. 

El Tribunal de Lima, por su parte, no constituyó sino un distrito de esta última (la dependencia de la corona) rigiéndose por su respectiva normatividad. Por ello, su existencia fue paralela a la afirmación del dominio hispano, con tribunales que jugaban a ser Dios y encadenaban a hombres de poca fe o delincuentes comunes, acabando con su vida sin mayor perdón. Todo lo que fuera en contra de la fe se consideraba delito, se perseguía y se castigaba severamente. La Inquisición o Santo Oficio fue la institución que se dedicó a rastrear herejías y a mantener la limpieza de la fe. Aunque abundantes trabajos de investigación echan por tierra las exageraciones de la "historia negra" del Santo Oficio, quedará siempre en la memoria como símbolo de la intolerancia y crueldad.



Hoy el fruto de la Santa Inquisición fue dejarnos un nuevo símbolo, el perdón. Si creemos que la crueldad  debe ser combatida siendo más crueles, pues volveremos a jugar el mismos papel de los tribunales, algo que no se puede volver a repetir. Queda un museo en el cual por un momento nos podemos sentir identificados y ver por nuestra propia cuenta, qué tan crueles podemos ser cuando nos lo proponemos. La pregunta que tal vez quede es, si seguiremos deshumanizándonos cada día, si necesitamos de más historia y más museos que nos muestren fehacientemente qué tan crueles somos con nosotros mismos. Crueles por placer, crueles por dinero, crueles por necesidad, crueles por ser simplemente crueles. ¿Cuánta sangre más se debe derramar para entender que somos hermanos?

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