martes, 1 de junio de 2010

Jonás, un profeta intolerante


La tolerancia es una pieza de nuestra historia, de nuestra cultura, de la leyenda que nos conlleva a la grandeza, pero sólo en algunas ocasiones, porque en otras nos ahoga en un mar profundo, un mar frío, un mar negro. La tolerancia como virtud se nos presenta ante las miradas ajenas en el Antiguo Testamento con la historia del intolerante e impaciente Jonás, el profeta.

Nos cuenta la biblia que un día Dios le pide a Jonás que fuera al pueblo de Nínive, él no acepta bajo su detallada convicción de que los judíos no tenían derecho a la misericordia. Jonás trata de huir de Dios, mas esta intolerancia lo condujo al frío vientre de una ballena por tres días. Los rezos y el pasar de los días permiten su libración para cumplir la misión encomendada; aunque luego se arrepienta porque deseaba ver destruidos a los paganos por la mano de Dios. La intolerancia aún conducía sus sueños y sus deseos.

Los males de la intolerancia se muestran en los males de la misma tolerancia, como lo hizo en el mismo Jonás. Tolerar significa aceptar, consentir o entender a pesar que las acción o conducta es incorrecta, inadecuada, es entonces también una forma sutil de demostrar superioridad ante la deformidad de lo tolerante. ¿No es acaso un juego de cruces la falta de entendimiento común de que el tolerar signifique liberarse de prejuicios, que se predique que es una oda al respeto?

Cuando somos conscientes de aquella tolerancia o intolerancia, lo somos también de que no concordamos con aquellas cosas, pero lo aceptamos tal y como son. Jonás acepto la encomienda; sin embargo, aflota la pregunta si lo hizo por tolerante o porque entendió la neutralidad de la humanidad. Vamos sintiendo un vértigo que avecina la real postura de los ojos ciegos, porque los contextos no hacen al significado diferente, porque aquella tolerancia no es un solo un truco y menos un tronco, son miles de ramas de aquello que puede ser un puente entre lo evidente y lo consciente.

No es mejor acaso, que ir con la bandera de la tolerancia como la virtud equívoca de algunos grupos que no han examinado ni analizado la diferencia entre el bien y el mal, el ying y el yang; ir con la meta de la neutralidad, en que los prejuicios y las diferencias no se muestren más y en donde no se pierde la igualdad de las manos, no se pierde la solidaridad.

¿Entonces la tolerancia es una virtud y un defecto? Puede ser un dilema eterno o sólo una pregunta de momento.

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