jueves, 30 de julio de 2009

Centinelas de un nuevo amanecer


La inquietud de las fiestas patrias me hacía un nudo en la memoria, regresé cuando era pequeño, a los libros vetustos llenos de historia, al recordar un puñado de letrados en las clases de colegio que se invocaban como una ráfaga de recuerdos vivos. Los libros de historia, las grandes y fantásticas lecturas de próceres peruanos, las hazañas del profesor por mostrarnos que somos un conjunto de sentimientos que encadenan una cultura que aflora con buen futuro, que despierta con una sociedad que avanza y crece.


Ese sentimiento regresó el 28 de julio, donde el Perú cumplía ya sus 188 años de independencia, cuando escuchaba por donde pasaba personas con algarabía patriota, con ciertas frases célebres como: “viva el Perú” sazonándolas con un poco de ajo. Ese sentimiento cuando de pequeño en el pasillo le cantaba a la bandera bicolor (rojo y blanco) tratando de entender el significado de aquel canto, de aquella bandera que se mecía con el viento y, en mi infancia seguía recordando.


Encontrando libros que datan desde la independencia de Perú, citando a grandes héroes como Córdova, Sucre, La Mar, Miller, Gamarra, Lara y su conjunto de centinelas dispuestos a luchar por un bien supremo, la libertad. Mártires que siguiendo sus ideales renunciaron en un acto de sacrificio y amor por su patria entregando sus vidas por un nuevo mañana que tal vez era ajeno para ellos en ese momento, asumiendo un compromiso que en sus manos aguardaba, la independencia de una nación. Mártires que empuñaron sus espadas derramando la roja sangre de sus almas para que hoy gocemos de todo cuando florezca en los cielos, para que hoy podamos decir al menos “viva el Perú” y ¡viva! con mucho ajo aquellos centinelas que ya no están pero que dejaron un legado que hoy gozamos y que tendremos que dejar a nuevas generaciones posteriores con la certeza que todo tiempo nuevo sea mejor, un país mejor al que se nos fue entregado.


La bandera tras la ventana era de fiesta, de patriotismo, de júbilo, de historia, de sentimientos vivos, yo iba pequeño tras mis pasos, hacia aquella bandera, hacia aquella nación, hacia aquella mescolanza de culturas, rojo por la sangre de pureza derramada por los centinelas y blanco por la clara paz que en ella guardaba. La tomé en mis pequeñas manos, la deslicé hacia el firmamento con una vaivén en compas, con la sonrisa que no se quitaba de mis labios, pero cuando asomé la mirada a la calle, las personas empezaron a quitar de sus ventanas y algunas de sus azoteas aquel sentimiento bicolor, “ya pasó las fiestas” decían, ya en las calles nadie mencionaba la dichosa frase “viva el Perú”, ya nadie cantaba el himno por los lunes, ya nadie sentía orgullo por su patria. Se olvidaron de cantar, se olvidaron de los mártires, pero mi bandera todavía se mecía en el alba, en un nuevo amanecer.


Hay quien piensa que amar a su país es cantar un 28 de julio el himno nacional, hay otros que piensas que amar a su país es tan solo izar su bandera, hay quien piensa que amar a su país es llevar una escarapela en el pecho fingiendo hipocresía patriota, hay quien se siente orgulloso de su país solamente cuando le obligan a ver lo hermoso que es ella y, hay de las muchas que dicen que aman a su país pero que cada día de su vida no hacen nada, no luchan, no se esfuerzan.
Ahora el recuerdo de infancia termina y la bandera se guardaba con respeto, los pasos en el pasillo evocaban un himno, el orgullo de ser peruano y ser feliz, entendí que aquellas personas que dicen amar a su país izaban la bandera únicamente cada 28 de julio como un acto de mostrar hipocresía, la tristeza se dibujaba en mi cara perdiendo toda la sonrisa pero ya en el último libro de historia divisé las palabras de Sucre que asonar en mi vida sembraron una nueva esperanza futurista.

"¡Soldados!, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia.”

Nuestra independencia acaba de comenzar, el Perú necesita de soldados, de centinelas que salvaguarden un nuevo amanecer para los niños que vendrán, centinelas que defiendan el legado que se nos ha entregado, cada día asumir el compromiso de vivir en fraternidad , aprender más de nuestra cultura y llevar en cada paso nuestra bandera.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Viva el perú sin hipocresías

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