lunes, 22 de junio de 2009

CUANDO LA MUERTE ACECHA



Empecemos por el principio. Eran cuatro: un hombre solo y triste en su alcoba, luego le llegaría la muerte, el cuervo y finalmente “el cuarto”; en la alcoba imaginen que hay un pupitre, ahora sientan la sangre, sientan el frío, imaginen que hay una alcoba donde se desangra la vida en paredes con frases teñidas de muerte, allí está la verdad, la alcoba, el pupitre…el hombre solo…solo… y triste, contando las últimas palabras que cubren la noche /alguien descansa/ alguien a muerto…alguien morirá mañana. Es “el cuarto” quien decide.

Empecemos.

Este no es el principio, pero vale la pena recordarlo.
En la alcoba hay un cuervo, ha venido a llevarme…
Plumas negras y alas caídas, impregna el miedo por los huesos, sonrisa espectral de calavera, las manchas negras, aquellos ojos compasivos sin iris ni pupilas, el pico de bronce, la altura de trece pasos contados métricamente.
En la alcoba hay un cuervo, ha venido a llevarme…
El hombre siente que la vida no le da más tregua, quiere hacer mucho y no encuentra nada, en el pupitre escribe, escribe y las letras sólo reflejan las manchas negras…duele. El aire ahorca la vida, el pico de bronce exhuma el corazón buscando la noche, sentenciando la muerte del hombre, hay heridas, hay sangre que se revela, corre el miedo, corre la sangre por los pies descalzos de “el cuarto”; las patas doradas desgarran súbitamente las entrañas de la tristeza y la soledad del hombre, apropiándose de ellos, de su verdad, de sus palabras, de sus ojos. El hombre trata de reincorporarse pero la muerte se marcha con su alma tras la ventana, el cuervo ríe alimentándose vorazmente de la noche que queda, del hombre triste y solo, desgarrando su piel, sus ideas, sus ojos que ahora solo son dos manchas negras sin iris ni pupilas…duele. Mientras que alguien escribe empalmando fijamente el carboncillo en el pupitre, es “el cuarto”, no es la muerte, no es el cuervo…es “el cuarto” quien decide cuales serán las últimas palabras.

Desde el principio.

Eran cuatro: El hombre en su alcoba, buscando la verdad en el pupitre, luego le llegaría la soledad y después la tristeza. En su alcoba miraba su destino, la ventana, sus manos /no encuentra nada/ la soledad le llegó y con ella los recuerdos que se acoplaron en sus ojos…la tristeza. Mientras tanto la muerte acechaba tras la ventana, tras su espalda el frío, sembrando el escalofrío en la frente del hombre triste y solo – solo y triste, quemando la piel y contando sus últimas palabras.

Regresemos al hombre solo y triste en su alcoba, ahora está en el pupitre forzando la verdad a medias tintas, apretando el carboncillo con rigor /no encuentra nada/ absolutamente nada que decir…le a llegado la hora, alguien le cuenta sus últimas palabras, es la muerte, sólo quiere llevarse su alma, después llegará el cuervo para consumar lo escrito. El tiempo le ha llegado alhombre y el emisario se hace presente, ha llegado la muerte. Algo humano le retiene a pensar que no quiere morir aferrándose a su última noche, quiere hacer mucho /no encuentra nada/ destierra sus letras en retirada buscando enmiendas para justificar los errores /no encuentra nada/ entonces el hombre triste y solo mira la ventana sin mucha suerte, en su túnel hay un futuro que se refleja en los cristales, imaginen la ventana y en ella hay palabras, todo está escrito, alguien ya decidió cuando y donde…en su alcoba a entrado la muerte, hay dolor, hay heridas, hay palabras que comienzan a revelar lo oculto /la verdad/

El miedo corría tras los pies descalzos, en la piel se escarchaba el frío o la daga de la muerte, era lo mismo. El gemido se hacía más latente, ese maldito gemido que aparecía impregnando el miedo por los huesos, era el cuervo y esperaba su turno, mientras la muerte se retiraba lentamente con el alma del hombre, cubriendo la noche con su manto fúnebre en retirada. Las manchas negras esperaban pacientes el momento exacto para consumir la última noche, mientras en la misma alcoba alguien apretaba el carboncillo con rigor…no era la muerte, no era el hombre. Escribía en el pupitre emitiendo un sonido insoportable, imaginen el sonido cacofónico que araña el pupitre; alguien apretaba el carboncillo sin bacilar, la verdad se reflejaba en el pupitre, “alguien ha muerto, alguien morirá mañana”, las paredes se tiñen de muerte, es cuando el cuervo ataca, el hombre se resigna hacerle frente y coge un palo y golpea, golpea, golpea tres veces los ojos, la mancha negra sombría y melancólica. Golpea hasta que se quiebren los músculos, se deshojen los brazos y la compasión de aquellas dos manchas sin iris ni pupilas, golpea con furia pero parece que eso no es suficiente, el pico de bronce se clava en el pecho del hombre buscando la noche, las paredes se revelan con frases de muertes…alguien ya terminó de escribir las últimas palabras. La muerte tras la ventana se marcha con el alma y el cuervo se satisface devorando los restos de el cuerpo…en la alcoba no hay bulla, solo hay un pupitre, la verdad y las últimas palabras, la victoria es de uno y el hombre no le ha ganado, no le ha ganado…

Ahora alguien descansa con dulzura, la vida del hombre cada vez es más precaria y el aire ahorca los suspiros. El gemido hace eco en las cuatro paredes, el hombre mira con compasión el pupitre, al cuervo que descansa.
Todo pudo ser un sueño pero alguien ha despertado, alguien escribe y busca la verdad en el pupitre, en él halla un escrito cubierto de sangre en las paredes:
“cuando la muerte acecha, solo te pide tus últimas palabras y no encuentras nada y no encuentras nada”. El hombre absorto, tembloroso por la verdad revelada mira por última vez su ventana, mira por última vez al cuervo y repite: “como gime la desgraciada…como gime la desgraciada”, esas fueron las últimas palabras del hombre solo…solo y triste, “el cuarto” ya lo había escrito desde el principio en su pupitre, en la ventana, en las paredes y; en la alcoba el silencio se manifiesta sin bulla…”alguien ha muerto, alguien morirá mañana”.

Todo pudo ser un sueño, todo puede ser una ilusión, escribo y aún así… duele. Tras la ventana miro el futuro y surge la pregunta. ¿Cuáles serán tus últimas palabras? El que decide ya lo ha escrito…
La muerte espera, alguien a lo lejos comienza a gemir, el carboncillo nuevamente se aprieta con rigor, ahora imaginen por última vez la alcoba, el pupitre, el hombre triste y solo con sus manchas negras, sin iris ni pupilas y las paredes teñidas de sangre que revelan las últimas palabras en la alcoba sin bulla, sientan el frío en la frente, sientan que la muerte les toca el alma, es cuando ella acecha, es cuando la piel se escarcha, es cuando el cuervo ataca. En la alcoba hay un pupitre, el hombre que escribe, luego le llegará la soledad y la tristeza cuando el silencio se manifieste sin bulla, sin bulla y no encontrará nada, no encontrará nada /cierra la ventana/

Escrito por: Abel del Valle

1 comentarios:

Yana Allqu dijo...

"el cuarto" es tan solo una interpretación,pero existe, llámenlo como quieran, puede ser el que decide (Dios) o siemplemente el cuarto...aún no tengo mis últimas palabras pero cada noche miro tras mi ventana a ver si alguien gime.

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