sábado, 11 de abril de 2009

El Viejo y el Mar



Escrita en 1951 en Cuba y publicada en 1952, fue una de las mejores obras escritas por la genialidad de Ernest Hemingway, que narra la vida como un constante antagonismo del hombre con los elementos de la naturaleza, las vicisitudes de una lucha que a veces resulta inagotable, en donde el viejo tendrá que demostrar su actitud frente a las pruebas impuestas por la mar, como la llaman quienes la quieren. Aquella lucha en la que muchas veces todos nos encontramos inmersos frente a la salvaje y bella vida que llevamos.

El norteamericano nos traslada a las aguas del mar del Caribe, donde el viejo pescador cubano no ha capturado nada durante ochenta y cuatro días, aquellos días que se convierten en miseria y olvido y se traducen en golpes de infortunio que tornaban cada vez más vetusto a Santiago, salvo sus ojos; estos tenían el mismo color del mar y eran alegres e invictos, llenos de esperanza, donde aquel amor se depositaba en la fe que lo mantenía con fuerzas y lo aferraba tiernamente a la vida. Santiago, dispuesto a luchar hasta la muerte por lo inalcanzable, haciendo frente a un destino de mala racha, un destino que deberá ser cambiado aunque para ello el viejo deberá demostrar todas sus fuerzas, la tenacidad, la superación y los sentimientos ante aquellas cosas pequeñas que ignoramos; como la puesta del sol, la compañía del viento, la grandeza del silencio y la infinidad de la naturaleza que nos da la sabiduría, sabiduría que conoce el viejo, que es conciente de que cuando se desea algo con pasión los resultados siempre serán favorable no importando el resultado.

La ética de Ernest Hemingway se sintetiza en una frase: “Un hombre puede ser destruido, pero nunca derrotado”. Una obra galardonada con grandes premios como Premio Pulitzer y el Nobel de Literatura al año siguiente por su obra completa. El viejo y el mar, nos demuestra que a veces no importan los resultados, como lograr el éxito o el fracaso en la vida, cuyo resultado no es relevante, lo importante es intentarlo una y otras vez ante cada caída y hacer frente al destino con la mirada hacia un horizonte, hacer un camino avanzando, sin marcha atrás.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda un gran libro, que sin duda la volveré a leer, la perseverancia da como único fruto buenos logros.

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