domingo, 28 de diciembre de 2008

Naturaleza Mía (Poemario)

El costo de unos cuantos versos.

Ella me conocía y yo no la conocía,
Me conocía por un nexo amigo
Y yo aún no la percibía
Entonces llegó aquél día
En que, cual delta, nuestras vidas se unieron.

Sus palabras parecían suaves plumas
Que llenaban una cobija para mis sienes añejas,
Su mirada era inmaculada
Como una selva virgen
Y su voz parecía superar cualquier
Sofisticada sinfonía.

Yo que aún no me convenzo respecto
A las flechas, de un alado amigo,
No puedo más que pensar en ella
Delineando con precisión científica
El próximo y tan lejano encuentro.

Esto traduce un poco de alegría y quizá
Un poco de amor efímero;
Sin embargo cual buena
Novela de amor, como
Aquellas de antaño que tenían
Un rapto y un duelo incluidos,
¡Se me había olvidado el nexo amigo!

A pesar de advertir el último verso
Mis acciones, llenas
De un frío ultratumba recorriendo
Cada nervio del cuerpo,
Seguían encaminadas
A la conquista de ella,
A quien ahora ya conocía y también
Ya pertenecía.

Pasaron los meses…
Y aquella noche llegó,
Fue bajo la sombra de un viejo roble
A la luz de Selene y
Con el viento ejecutando
Una canción de violín.
Fue aquél contexto testigo
De la unión de dos almas
Que vivirían un eterno recuerdo en ella
Y una sorpresiva condena en el que suscribe.

Cuando ya se retiraban los amantes, de pronto,
Apareció como una sombra del romance
Aquél amigo nexo que ya estaba presente
Y dispuesto a cobrar venganza por
Semejante afrenta cometida por su amada
Y la victima que suscribe.

Cuando pude observar que
Él se acercaba como una locomotora,
Desenvainaba su espada
Y que sus ojos expulsaban llamas,
Sólo pude ayudar a que su amada escape
Para así pelear por salvar mis versos.

El combate desgarró
Vestiduras;
Gastó el filo de las espadas;
Fragmentó nuestras almas y
Dejó un charco de amargura
Que nos empapó a ambos.

Varios años después ella y él
No recordaban este hecho,
Se casaron, tuvieron dos hijos,
Los hijos nietos;
También una gran residencia
Con una gran cochera y
Una gran piscina.

Por otra parte, el que ahora escribe
Sigue con la profunda herida
Que intermitentemente
Expulsa un torrente de amargura,
Con un poco de nostalgia
Y una pisca de literatura…
Expulsa un torrente de amargura,
Con un poco de nostalgia
Y una pisca de literatura…
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(Jomabole)

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